La pintora griega Sula Repani vino por primera vez a España, a Barcelona en concreto, en 1986 con una beca de estudios de posgrado. Allí conoció al también pintor Miguel Karballo, y tomó la decisión de instalarse junto a él en Galicia. Supe de ella a través de una entrevista en El País y desde entonces tenía muchas ganas de conocerla, ver de cerca sus obras y compartir con ella experiencias de la estancia en España, y asimismo en la tierra gallega, que a mí también me acoge a menudo, y me parece lo más mágico que hay en este planeta.

Mis ojos, felizmente saciados de la exultante vegetación invernal de Ourense, vieron la casa, tal como estaba en la foto del periódico, cubierta casi en su totalidad por las hiedras. Fuera un letrero ponía Obradoiro de Arte. Dentro, con cordialidad me guió la pintora por los espacios, por su taller, por las pinturas, por los recuerdos que emergían de Lesvos, por los paisajes de la costa y el interior galaico, vistos con una mirada auténtica y de vivencia personal. La entrevista llegó como un desenlace natural.